Hoy es un día de esos, en que llueve asquerosamente. Los que me conocen, saben que los días de lluvia son bastante tocapelotas para mi, y más si tengo que salir de casa, como ahora mismo...
Los días lluviosos son aquellos en los que me pienso más de lo normal, en los que estoy especialmente suceptible a todo comentario, hecho o acto. Todo me sienta medianamente mal y me enfado con bastante facilidad. Hoy es un día de esos, que si algo cambia mínimamente me pongo a la defensiva, borde y seca. Hoy es uno de esos días en que todo me hace daño y no físicamente. A la mínima me pongo a llorar, a recordar las cosas bonitas que me han pasado y al mismo tiempo recuerdo todo aquello malo. Todas aquellas heridas que están parcheadas, con la lluvia se debilitan las tiritas y caen... Y han caído todas hoy. Da igual que se me oiga reír, porque no es una risa de verdad, es sólo mi máscara, mi trabajada máscara que hace que la gente no sepa cómo estoy o en qué pienso.
Pero al igual que caen las gotas de agua en la calle, caen dentro de mi haciendo una vez más... que yo resbale y caiga.
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